Ella lo amaba. No había duda alguna. Solamente el pronunciar su nombre le causaba excitación, la llenaba de gozo, inundaba su ser de paz. El, por su parte, adoraba a su amada; prendía su corazón con la chispa de su mirada.
Solían caminar por los prados, retozaban en los lagos sumergiendo en él sus almas. Corrían por el huerto, por las eras de las especies, recogían lirios y frutos del valle. Paseaban entre la fértil vid, repleta de pámpanos maduros y dulces. Más tarde, se deleitaban con la poesía del ocaso, alguna vez lo veían entre las hojas del manzano, y otra, tras el ruido marino, descansando en la enorme alfombra de coral blanca.
En las sombras, contemplaban al espejo nocturno, ese que con su luz azul tenue disipaba cualquier confusión. Se dormían finalmente entre un hato de rosas, que los envolvía con sus dulces aromas y sus lechos los refrescaba el plumaje de la más hermosa paloma.
Cada día, él le regalaba al despertar una fina capa de seda que cubría su cuerpo de pies a cabeza.
No obstante, una mañana amaneció, sí, con la capa, pero escuchaba música extraña. Se levantó, se quitó la capa y siguió esa melodía. Mientras más se acercaba, experimentaba una sensación que nunca antes había estado en su cuerpo. Sentía que un deseo la dominaba. El deseo de llegar y conocer a quien ejecutaba esa música, quería tocarla, acariciarla. Se detuvo. Vió todos los elementos del mundo, observaba cuerdas, aliento, maderas, metales, palmas... y al fondo, miró con atención al director. "El ser más perfecto de la creación", pensó. Notó su cuerpo, era la escultura más bella que haya existido jamás. Luego alzó la vista hacia sus ojos. Tenían un destello desafiante y seductor. Aunque reconoció que no tenían ese resplandor y ese destello dulce como los de su amado, se sintió atraída. El director recorrió su cuerpo con la mirada. Ella lo percibió y también le correspondió. "Ven", le dijo el director,"ven y disfruta de la música" . Titubeó por un instante. Algo en su interior le oprimía el pecho. "Ven" insistía él. Ella seguía titubeando. Quería ir , aunque sentía que no estaría bien.
Después de luchar consigo misma, se dejo vencer y cayó presa sus encantos.
El primer día la paso excelente. El director le presentó a su orquesta y le enseñó a ejecutar una que otra melodía. Al caer la noche, ella pensó que ya debía irse a casa.
"Me deben estar esperando", dijo. "No, quédate sólo un día más", insistía. Accedió. Pasó esa noche con él y fué feliz.
Así transcurrió el tiempo y, sin darse cuenta, todo la fué envolviendo. Notó que ya solo vivía para complacer al director. Por cierto, ya no había visto ningún ocaso, ni había escuchado el ruido marino, y en las noches, tampoco veía la luz azul del espejo nocturno.
El director, desde hace algún tiempo, no era el mismo. Ya no le importaba complacerla, solo quería toda la atención para el. Antes, la trataba como princesa, pero ahora le daba el trato de esclava. La tenía tocando todo el día en la orquesta hasta que sus dedos sangraran. Por las noches, la obligaba a dormir con el y al amanecer, la corría tan brutalmente como si fuera un perro.
Ella no quería seguir ahí. Extrañaba a su amado, pero, ¿cómo volver?.
Seguramente jamás le perdonaría el haberse ido. Estaba sucia, sin fuerzas y con un olor pestilente.No tenía idea de donde estaba ni tampoco de cómo había llegado hasta ese lugar.
Escuchó una voz. "Estúpida, ¿qué haces? toma tu lugar en la orquesta que empieza el ensayo".
Se armó de valor y le dijo una palabra nunca antes pronunciada hacia el :"No".
Estaba harta, no quería seguir más tocando, no quería seguir siendo una esclava. "Quiero ir con mi amado".
Se escuchó una carcajada horrorosa. "Tu amado jamás vendrá. No sabe donde estás. No puede escucharte. Ahora eres mía. Morirás aquí y aún después de muerta seguirás conmigo. Nunca te irás".
Ella, con un movimiento repentino, se postró hasta que su frente tocó la tierra y clamó con todas su fuerzas: "Amado, sálvame. Te necesito. Perdóname por haberme ido. Quiero estar de nuevo entre tus brazos, quiero sentirte como antes. Restaúrame, hazme nueva. Ven por mí. Te amo".
El firmamento se abrió y observó como mataban de forma brutal a un Cordero y lo clavaban en un madero. Derramaba sangre en abundancia. Había muerto.
Se levantó. Ya no estaba sucia. Recobró fuerzas.
De pronto, bajó del cielo una paloma. Tras ella venía su Amado, se veía victorioso, su rostro resplandeciente y vistiéndo las más finas y hermosas ropas. En sus manos, traía una capa para ella con su nombre.
La tomó entre sus brazos, sin decir o reprochar cosa alguna, la vistió y la llevó de vuelta a casa.
"Éstas a salvo, nunca más nos volveremos a separar, jamás padecerás sufrimiento otra vez y yo, convertiré tus lágrimas en la lluvia que regará la siembra."
En ese momento, entendió que adoraba a su Amado más que a nadie en la tierra. Entendió que él la amaba como ningún ser lo haría jamás en el mundo entero. Nunca supo que fue lo que vió en ella, solo sabía que Su amor era inmenso, traspasaba toda frontera, toda barrera y todo entendimiento. No lo alcanzaba a comprender.
Durmió esa noche junto a El. "Tal ves todo sea un sueño", pensó. Al amanecer, descubrió que estaba entre un hato de rosas, vestía preciosamente una capa de seda.
Giró su cabeza. Sus miradas se encontraron.
1 comentario:
Hola, chica. Sigo pendiente de tu blog aunque hace rato que no subes nada.
Un saludo.
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